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A dos años de mi amputación...

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Por nuestra amiga de México -AIDA-

A dos años de mi amputación...

(FOTO: Protetización, mis primeros  pasos con la prótesis, alineación y balanceo).

Es como un abrir  y cerrar de ojos… el tiempo ha transcurrido tan de prisa y ya estoy  tan cerca de cumplir los dos años de haber  sido amputada de la pierna izquierda, una amputación transfemoral (arriba de  rodilla). Antes de vivirlo me daba tanto miedo y sentimiento de que sucediera  que además, me hacía pensar que no lo  aceptaría por nada del mundo… ya se veía venir, se hizo todo lo medicamente  posible. ¿Mi temor?, imaginar no volver hacer las cosas por mí misma, dependencia,  provocar molestias a la familia y lo peor, sentirme estancada, dar por hecho que  mi vida ahí terminaría.  El 3 de marzo de  2014 cumpliré los dos años. Dos años de mucho esfuerzo, dedicación, un poco de  cansancio físico y a veces emocional, pero también han sido dos años de retos, Fe,  valentía y logros, muchos logros…

Primeros meses: Amputación y entrenamiento militar

Después de la  amputación mentalmente me sumergí en una etapa que la llamé entrenamiento  militar, sí, como los soldados que tienen que pasar varias pruebas físicas y  psicológicas muy fuertes antes de ir a la guerra. Y sí que fueron pruebas muy  difíciles, la primera, verme sin una parte de mi cuerpo (Una cosa es imaginarlo  y otra lo real);  sobrellevar las  reacciones de las personas al verme, en fin, muchos enfrentamientos y  paradigmas.

Desde la  amputación o quizá antes cuando emprendí la tarea de hacerle frente, fui  alimentando en mi ser pensamientos y acciones positivas, formé finalmente una  armadura invisible que no me permitió en ningún momento desplomarme. Entendí, que  mi existencia me corresponde a mí y sólo a mí vivirla, que en mí está las ganas  y el poder para seguir avanzando, que mi vida no depende de nadie más, por lo  que las miradas o cualquier otro tipo de reacciones de cualquier persona o  suceso que pasa cuando falta una parte de nuestro cuerpo, no tienen la menor  insignificancia,  lo único importante era,  es y será,  mi deseo de avanzar…Es todo  lo que habita en mi mente, y es lo que me hizo conseguir mis primeros logros  para estar en tan poco tiempo cada vez mejor.

En una ocasión  saliendo de mi clase de natación fui a una plaza cercana, a un cajero, baje de  mi coche, andaba sin la prótesis, con muletas (éste fue uno de mis retos, el  enfrentarme así cuando tenía que ser y realizar mis actividades sin detenerme  por nada) y al entrar cruce con un señor de edad adulta, al volver a mi coche  me percate que el señor con el que me había cruzado antes, estaba con la  dificultad de abrir su coche, yo me encontraba con mi instructora de natación y  entonces, le hice señas a mi instructora que me esperara un momento, entonces  me acerque a la persona y le pregunté si podía ayudarle. El señor se veía muy  desesperado, angustiado y entonces me dio la explicación del detalle de su  llave, le dije que si quería le llevaba a donde me dijera o llamar de mi  celular (móvil) a su casa y entonces lo usó para llamar a su hijo. Pasando unos  minutos,  el señor se me acercó y comenzó  a decirme con lágrimas en los ojos que cuando nos cruzamos en la puerta del  cajero  pensó “pobre muchacha, qué  desgracia, qué dura ha sido la vida con ella”, igual me dijo que nunca imaginó  que fuera yo la que se acercaría a brindarle ayuda.  Dijo estar convencido de que muy difícilmente  alguien se detiene a auxiliar a otras personas. Realmente le dio mucho  sentimiento y a mí también sus palabras (Yo suponía lo que podemos inspirar a  quienes nos ven sin una parte de nuestro cuerpo, y aunque duele, me enseñé a  comprender y a entender que es lo normal, es parte de todo este juego y que hay  que saber batearlo hacia otra dirección). Finalmente logramos abrir la puerta  de su cajuela y mi instructora María José, como buena nadadora olímpica nacional  que fue, con esa agilidad entró por esa parte del vehículo y logró abrir la  puerta del conductor, igual en ese momento llegó el hijo del señor y todo se  resolvió. Ambos experimentamos algo que no creo olvidemos. De mi parte, yo no  me sentía amputada, ni siquiera pensé en mí situación, era yo misma con o sin  mi pierna reaccioné como cualquier persona (El no tener una pierna no me  impidió ser yo misma),  y él, por lo que  me dijo, fue como una lección para su vida.

Siete meses después: Regreso a casa y retomar mi vida

Desde la cirugía  el 3 de marzo del 2012 hasta octubre de ese mismo año, lo pasé en Mérida,  Yucatán, donde hice varias y muy lindas amistades, pues más que pasármela  encerrada, iba a nadar, al gym, a rehabilitación, a las citas con mi ortesista  quien formó toda la prótesis muy  cuidadosamente y bastante bien;  y,  siguiendo por otra parte, a mi guía Carlos  que desde España no paraba de darme consejos y despejar todas mis dudas. 

A mediados o  finales de octubre estaba más que lista y cargada con tanta energía positiva para  retomar mi vida, gracias a los resultados y avances obtenidos (principalmente,  la primera muestra o respuesta a una de mis tantas dudas antes de ser amputada,  el “volver a caminar”). Sentía tanta paz, armonía conmigo misma, ya con mi  prótesis, volver a casa. En esta otra etapa continúe con la rehabilitación en educación de  la marcha, seguí fortaleciéndome físicamente en el gym y la natación; continúe  con mi vida social saliendo con mis amigas y amigos, paseos a lugares naturales  como Punta Allem, (Me dejé llevar); así también se dio la respuesta a otras de  mis dudas (“Valerme por mi misma”) , hice mi primera aparición en el trabajo con  mi pierna protésica y un bastón, aún la falta de práctica, el desconocimiento  del terreno que pisaba me causaba torpeza (Cuando nos hace falta una parte de  nuestro cuerpo, hay una descoordinación y eso además de la inexperiencia del  uso de la prótesis, el miedo que te miren da inseguridad y nos volvemos más torpes;  también nuestra ropa, zapatos, como que es un acoplamiento de tantas cosas,  pero que al hacerlo frecuentemente, nos va permitiendo adquirir destreza,  práctica y lo mejor, nos permite reconocer detalles y sensaciones tanto de  nuestra propia prótesis, como de las prendas que usamos, lo que me permitió  incluso, mejorar mi caminar y dejar el bastón.

Primer año, siguen los retos y los primeros viajes

 

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    (FOTO: Con mi gran amigo Fernando en Isla de  Flores, Guatemala).

El 3 de marzo de  2012 cumplí mi primer año,  éste fue un  año de retos, de intentos, más intentos,  y ese deseo de lograr lo más que pudiera de lo  que hacían antes. En mi trabajo he demostrado tener la misma capacidad y  profesionalismo de antes, rindo físicamente lo mismo que mis compañeros, en el  sentido de aguantar toda la jornada laboral (aunque al llegar a casa estoy muy  agotada). El esfuerzo es grande, y eso es algo que debemos reconocérnoslo  nosotros mismos, ya que desafortunadamente las personas que nos rodean al  vernos capaces y con dos piernas, no tienen la menor idea de lo mucho que nos  cuesta (aunque debería ser obvio). En casa me siento orgullosa y contenta de  poder limpiarla, cocinar, arreglarla de la misma forma que antes (El practicar  desde mi rehabilitación todas estas actividades del hogar me sirvieron de  mucho, pues es lo que hace que hoy lo haga tan normal). Otra de las cosas que  hacía antes y fue otro de mis retos, es el de viajar, en este año he viajado a  Guatemala por carretera con amigos, fui a la Riviera Maya, y me atreví hacer mi  primer viaje sola al extranjero, visité a una de mis mejores amigas en Puerto  Rico.
   

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    (FOTO: En San Juan Puerto Rico)

Ir a Puerto Rico  sola  fue uno de mis mayores retos y me  permitió demostrarme que en verdad son pocas las limitantes que se nos  presentan, siempre y cuando nos apeguemos a la realidad, pues hay cosas que  jamás podremos volver hacer y otras, llevarán su buen tiempo, y es cuando pones  sobre la mesa las estrategias que te permitirán ver mejor, cómo realizar lo que  deseas. El viaje fue todo un éxito y ahora me ha dado más confianza de querer seguir  haciéndolo.

En todo este  tiempo, he aprendido a conocer mis limitantes, a aceptar apoyo cuando lo  requiero, y me he dado la oportunidad de descubrir de lo que puedo ser capaz por  mí misma. Sé que aún queda un largo camino, pero tenemos lo más preciado y  fantástico que es nuestra vida.
 

AIDA4  Me he animado a  escribir y compartir contigo estás líneas, con el ánimo de decirte que no  pierdas las esperanzas,  pedirte que no  dejes de intentarlo, que no te des por vencid@, que la vida es maravillosa y que  la fé en Dios te hace también fuerte.