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Sábado, 01 Marzo 2014

La tibia y el peroné se convierten en fémur

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La tibia y el peroné se convierten en fémur

El   equipo de traumatología del huca. De izquierda a derecha, de pie,   Manuel Cardoso, Carlos Fernández, David Bonilla, Sonia Rodríguez, María   José Jiménez, Arancha Gadañón, Belén Arango, Montse García, Beatriz   Rubio, María Cruz Álvarez, Elena Rodríguez, Carmen Asperilla y Mar   Álvarez; sentados, María Ojanguren, Carlos Rodríguez de la Rúa,   Alejandro Braña, Miguel Rodríguez (director del HUCA), Tomás Moreno y   María José Campos. Nacho Orejas

 

Nacho Orejas Oviedo, Pablo ÁLVAREZ Imagine   que tiene un cáncer de hueso que obliga a quitarle el fémur y, por   consiguiente, a amputarle toda la pierna desde la ingle. Imagine que el   cirujano le dice que le quitará el fémur pero no su "envoltorio", o sea,   que le conservará la "cáscara" del muslo. Imagine que le explica que, a   continuación, doblará hacia arriba la mitad inferior de su pierna (la   tibia y el peroné) y la convertirá en fémur. Por el momento, tenemos la   parte superior de la pierna "salvada". Salvada con todas las comillas   que se quiera, pero con una capacidad funcional más que aceptable y que   admite que, en un futuro próximo, le implanten una prótesis de rodilla   hacia abajo que le permita desplazarse razonablemente.

Ahora   deje de imaginar y abra sus ojos a la realidad para saber que un equipo   de unos treinta profesionales del Hospital Universitario Central de   Asturias (HUCA) acaba de llevar a cabo una intervención quirúrgica que   ha seguido exactamente estos pasos. Pionera en España y con muy pocos   precedentes en el mundo, la operación fue presentada ayer por su   principal artífice, Alejandro Braña, jefe del servicio de traumatología,   y por buena parte del personal de esta unidad, todos ellos acompañados   por Miguel Rodríguez, director del HUCA.

"La   cirugía que hemos realizado es técnicamente muy compleja y exige una   alta dosis de creatividad y un verdadero trabajo de equipo", explicó el   doctor Braña. Aunque su equipo llevaba un par de décadas en disposición   técnica de ponerla en práctica, "hasta el momento no nos había llegado   ningún paciente que requiriese de la aplicación de este procedimiento".   Existen protocolos para este tipo de intervenciones, pero "a la hora de   la verdad hablamos de operaciones diseñadas al milímetro, intervenciones   rigurosamente personalizadas", precisó Miguel Rodríguez.

Traumatología,   cirugía vascular, anestesiología, rehabilitación, radiodiagnóstico y   anatomía patológica son algunas de

s especialidades -además de   enfermería- implicadas en una operación que duró seis horas. El   resultado fue exitoso y la paciente recibió el alta a mediados de esta   semana. Los responsable de la intervención sólo dieron tres datos de la   enferma: ya había sido operada de la pierna, pero el cáncer había   reaparecido; reside en San Sebastián y tiene "entre 40 y 50 años".

La   presencia de una donostiarra en el HUCA obedece a que la unidad de   tumores del aparato locomotor del complejo sanitario ovetense está   catalogado como de referencia para todo el país. "Cuando el doctor Braña   me explicó la operación tuve la impresión de que me contaba una   película de ciencia ficción", declaró ayer mismo a LA NUEVA ESPAÑA la   paciente, Ana, quien prefiere no dar más datos personales salvo que   "estoy más cerca de los 50 que de los 40" y que, hasta el momento en que   un osteosarcoma agresivo irrumpió en su vida trabajaba como   administrativa. Atiende a este periódico desde el Hospital Donostia, de   San Sebastián, donde van a efectuarle un injerto de piel y una serie de   curas. En unos días retornará a su casa.

"Los   traumatólogos del Hospital Donostia me hablaron de hacerme una   desarticulación de la cadera, pero no se atrevían a limpiar toda la zona   que había estado en contacto con el tumor", señala Ana. Fue entonces   cuando le ofertaron otros hospitales, y finalmente hubo de optar entre   La Paz, de Madrid, y el HUCA. Reconoce que se quedó sorprendida cuando   le ofrecieron un centro sanitario de una ciudad periférica, hizo sus   pesquisas en internet y el pasado 30 de diciembre realizó la primera   visita al jefe de traumatología. Luego vino el relato de "ciencia   ficción" y toda la odisea ya relatada. "Alejandro Braña y su equipo, y   todo el personal del hospital, me han demostrado una profesionalidad y   una categoría fuera de lo común. Mi gratitud es inmensa", apostilla Ana.

Fuente: La Nueva España.